El caso de Beatriz ante la Corte IDH ha posicionado en América las graves violaciones a los derechos humanos por la penalización absoluta del aborto. Ahora, tras dos meses de la audiencia histórica en Costa Rica, navegamos por las consignas del movimiento feminista en un intento por descubrir, entre la realidad y la esperanza, quién es Beatriz. Además, hacemos un llamado a la acción a la espera de una resolución favorable que respalde el derecho a decidir de las mujeres y personas gestantes a nivel interamericano.

Entre el 22 y el 23 de marzo de este año, «Justicia para Beatriz, justicia para todas» fue una de las consignas más poderosas en las calles de San José, Costa Rica. El grito eufórico provenía de la marea verde que inundó los alrededores de la sede de la Corte IDH, lugar testigo de la audiencia histórica del caso de Beatriz que ha posicionado regionalmente las graves violaciones a los derechos humanos perpetradas por el Estado salvadoreño como consecuencia de la penalización absoluta del aborto.

Más allá del caso que se litiga en la Corte IDH, en la lucha por el caso de Beatriz coexisten dos perspectivas que han movido profundamente al movimiento feminista en América y el mundo: primero, la realidad y, segundo, el sueño que desemboca en esperanza. De forma diferenciada (aunque no excluyente), ambas dimensiones buscan responder a la gran interrogante de ¿quién fue y quién es Beatriz?

La realidad es que Beatriz fue una mujer joven rural en condición de pobreza a quien el Estado salvadoreño le negó en 2013 la interrupción de su embarazo, a pesar de la comprobada inviabilidad del feto y el alto riesgo que su continuación representaba para su salud. También fue «la mujer que conmovió al mundo» pues retó al Estado salvadoreño ante la Corte IDH por su derecho a decidir. Pero, en términos simples y humanos, Beatriz fue una mujer y madre joven que, sobre todo, “quería vivir y ser feliz” junto a su hijo y el resto de su familia.

Esta realidad también implica reconocer y visibilizar que muchas niñas, adolescentes, mujeres jóvenes y adultas, así como personas gestantes, sufren de afectaciones a su salud y su calidad de vida, de maternidades impuestas y/o recurren a abortos inseguros en distintas latitudes de Latinoamérica y el Caribe, ya sea por su penalización absoluta (como en El Salvador, Honduras, Nicaragua, República Dominicana y Haití) o su acceso condicionado a causales que resultan ser insuficientes (como el caso de Guatemala). Evidentemente, este entramado legal es un producto de la violencia machista y misógina manifestada, a su vez, en la criminalización social de la autonomía corporal de las mujeres.

Bajo este contexto, ahora más que nunca, este caso cobra gran relevancia debido los avances del fundamentalismo religioso y el conservadurismo político cuya postura antiderechos se ha reflejado en reformas legales y políticas públicas, entre ellas, la derogación de la sentencia Roe v. Wade en Estados Unidos, como una de sus manifestaciones más graves. Por estas razones, la esperanza descansa en Beatriz como un legado y una inspiración para la lucha por la vida de las mujeres jóvenes en las Américas.

Como movimiento feminista o, sencillamente, como personas con la convicción de que otras realidades más justas son posibles, el sueño al que le apostamos desde la esperanza es, en sí mismo, la vida. La apuesta es por una vida digna que contemple el respeto de nuestros derechos sexuales y reproductivos en todo su espectro: el derecho al aborto legal, seguro y gratuito; la reivindicación de las maternidades deseadas, el acceso asequible a los anticonceptivos, la garantía de servicios holísticos y productos de calidad de salud menstrual, ginecológica y obstétrica. En fin, soñamos con sociedades que pongan al centro nuestros deseos y voluntades sobre nuestros cuerpos y, por ende, nuestro derecho a decidir sobre nuestros presentes y futuros.

Todo esto es Beatriz. Por eso, en el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres y de la Higiene Menstrual que se conmemora el 28 de mayo, lanzamos nuevamente un grito de “Justicia para Beatriz” y hacemos un llamado a la acción a:

  • Las personas activistas, las organizaciones, los movimientos de juventudes y al público en general para que se unan a la campaña de «Justicia para Beatriz», porque cualquier acción territorial o digital de difusión y apoyo cuenta cuando se trata de la defensa de nuestra vida e integridad como mujeres y personas gestantes.
  • La comunidad filantrópica para que continúe apoyando a largo plazo el activismo y las luchas juveniles en favor de la justicia reproductiva. Las prácticas de financiamiento sensibles al feminismo y basadas en la confianza y la flexibilidad garantizan la sostenibilidad y la autonomía necesarias para promover cambios en legislaciones y políticas públicas en pro del derecho a decidir.
  • La Corte IDH para que resuelva en sintonía con el sueño que nos mueve para garantizar la no repetición del atropello a los derechos de las mujeres de las Américas frente a la penalización absoluta y el acceso restringido al aborto. Porque, a la larga, nuestra lucha es una apuesta por la vida digna y la felicidad de las niñas, jóvenes, mujeres y personas gestantes del continente americano; y confiamos en que todas y todes podamos alcanzar ese mismo fin.

 

Tania Bello, oficial de programa,
Fondo para Jóvenes de Centroamérica y México – Fondo Camy